Cree en ti mismo: Claves para desarrollar auto-confianza

"Hay que tener fe en uno mismo. Ahí reside el secreto. Aun cuando estaba en el orfanato y recorría las calles buscando qué comer para vivir, incluso entonces, me consideraba el actor más grande del mundo. Sin la absoluta confianza en sí mismo, uno está destinado al fracaso."
Charles Chaplin


Sin confianza es imposible que comiences a transformarte en una mejor persona, ya que el fracaso y las críticas te podrán herir severamente si careces de una confianza robusta en ti mismo. La autoconfianza, es simplemente la creencia de que se puede realizar satisfactoriamente una conducta específica. En definitiva, es

tener la certeza de que vamos a lograr nuestro cometido, es tener la seguridad puesta en nuestras propias capacidades.

"Cree en ti mismo" nos repiten con frecuencia. Sin embargo, dejamos deambular esa frase a través de nuestro cerebro sin que cobre mucho significado. Asentimos automáticamente ante la sentencia pero no logramos discernir qué nos está diciendo realmente esta frase. ¿Qué significa creer en sí mismo y por qué "parece" ser tan importante?

Uno de los principales problemas de las personas que desean cambiar algún aspecto de sus vidas precisamente es que no tienen confianza en sí mismos para ser capaces de llevar a cabo las acciones necesarias para alcanzar sus objetivos. Más aun, la confianza en ti mismo resulta fundamental para mostrarte seguro de lo que eres, especialmente cuando deseas cambiar algo y debes enfrentarte a tus hábitos y a tu forma de pensar para que así
puedas hacer las cosas de una manera diferente y aceptes realmente las cosas que debes hacer para cambiar. Sin la auto-confianza, nos será imposible alcanzar nuestro máximo potencial.

Siempre he creído que nuestra propia mente es el campo de batalla más arduo, la lucha más intensa es contra nosotros mismos, contra esa parte de nosotros que no quiere cambiar, que se siente cómoda con lo que ya conoce, sea bueno o malo y que simplemente desea seguir así, para no enfrentar el sacrificio y el esfuerzo que requiere hacer algo diferente.

El diálogo con nosotros mismos es la crítica más dura que tendremos que soportar, pues es una voz que jamás podremos callar, diciéndonos siempre lo que debemos o no debemos hacer, lo que debemos o no debemos evitar y haciéndonos pensar en todo lo que estamos haciendo para cambiar. Es una vigilancia extrema 24 horas al día y 7 días a la semana, y cuando no tienes la auto-confianza necesaria, esa vigilancia fácilmente se volverá en contra tuya y se materializará en emociones que pueden jugarte una mala pasada.

Las emociones son fundamentales para forjar nuestra auto-confianza y para perseverar en las metas que pretendemos alcanzar. Cualquier clase de crítica, juicio o duda (interna o externa) empieza a hacer mella en nuestras emociones y a crearnos ansiedad al decirnos qué somos y qué nos falta ser. Si sucumbimos ante nuestras propias emociones negativas, la vergüenza y la auto-compasión sabotearán nuestra auto-confianza.

Así, podemos llegar a sentirnos poco útiles, incapaces, perdedores, no merecedores de cosas buenas, mediocres, torpes e incompetentes. Muy pronto estos sentimientos nocivos empiezan a trascender nuestro propio territorio y comenzamos a proyectarlo hacia los demás sin que seamos capaces de notarlo, lo que alimentará el círculo vicioso de negatividad que nosotros mismos dejamos crecer.

No dejes que tu mente te diga lo inapropiado que eres. Busca los pensamientos positivos.
Si permitimos que nuestras emociones y pensamientos dañinos sigan perjudicándonos, comenzaremos a actuar conforme a estas emociones y pensamientos, lo que hará que esa bola de nieve de daño auto-infligido nos hiera aún más. Poco a poco perdemos el control de nosotros mismos,  abandonamos nuestros hábitos saludables y productivos, perdemos nuestra seguridad sobre nosotros mismos y descuidaremos nuestro crecimiento personal, comenzamos a volvernos dependientes y débiles y tal vez busquemos a personas más fuertes que nosotros para que nos aprueben, nos digan qué hacer y cómo hacerlo.

Si seguimos así, muy pronto nos desesperaremos. Nos sentiremos tratados de manera injusta por “la vida”. Nos excusaremos haciéndonos la víctima y así comenzaremos a evitar nuestras responsabilidades. Nos quejaremos, nos sentiremos enojados y alimentaremos nuestra frustración con la envidia que le tenemos a quienes están como nosotros queremos estar. En este punto, ya seremos incapaces de aprender de nuestros errores y estaremos enfocados en lo que no tenemos y en todo lo que nos hace falta para poder sentirnos satisfechos con nosotros mismos. La pereza invadirá nuestro estilo de vida y tal vez nos concentremos en tareas triviales: dormir, comer, organizar y asear nuestro espacio, ver televisión, hablar con otros, etc.

Al final, nuestra confianza estará totalmente destrozada. Seremos incapaces de tomar riesgos y siempre buscaremos “ir a la fija”, dejando pasar oportunidades valiosas por miedo a la crítica, al rechazo y al fracaso. Tal vez culpemos al destino y nos cobijemos bajo la cómoda idea de que las cosas “no estaban hechas para nosotros”. Así las cosas, será muy difícil liberarnos de tantas cadenas, así que cuanto más pronto lo hagamos, más fácil será para nosotros recomponernos y tomar de nuevo las riendas de nuestra vida.

Muchas personas poseen las destrezas necesarias para lograr el éxito, pero simplemente les falta confianza en su capacidad para usarlas en condiciones específicas, por ejemplo, en condiciones de presión. Así, en el momento más inadecuado, comenzamos a dudar de nosotros mismos y nuestras dudas romperán nuestra concentración, provocarán indecisiones y debilitarán nuestro rendimiento. Una vez que empezamos a dudar de esta manera, nos centraremos en los puntos débiles y prestaremos atención a todo, menos a lo que estamos haciendo.

Con frecuencia, la falta de confianza en estos casos sólo atenta contra una habilidad concreta, pero puede desbordarse y alcanzar otras habilidades. Espero en un futuro cercano extenderme sobre este tema, por ahora déjame recomendarte este ejercicio de visualización.

Uno de los hábitos más perjudiciales para tu sentido de confianza es compararte con los demás. Tal vez te pueda parecer provechoso compararte con alguien mejor que tú para tratar de ser igual o mejor que esa persona. Al fin y al cabo, mientras esa persona sea mejor que tú, cada vez que estés en su presencia o te acuerdes de ella, te llenarás de un motivo más para intentar superarla.

Pues déjame decirte que te estás engañando a ti mismo. Y déjame decirte además que esta es una de las peores cosas que puedes hacer, y esto es así por muchos motivos.

Si no estás convencido, me gustaría que te preguntaras ¿Qué pasará cuando esa persona ya no sea mejor que tú? ¿Buscarás otra persona a la que debas/puedas superar? ¿Y si no la encuentras? Supón que en tu lugar de trabajo encuentras a uno o dos compañeros que son mejores que tú en algún aspecto, y además supón que luego de un tiempo terminas superándolos. ¿Con quién te vas a comparar ahora si tú eres ‘supuestamente’ mejor que todos tus compañeros? ¿Terminarían ahí tus ganas de superarte y de ser mejor? ¿Es esa tu idea de éxito?

Cree en ti mismo sin importar nada más
Busca el valor dentro de ti mismo. Siéntete competente y seguro por tus propios méritos, no en comparación con alguien más.
Ahora pensemos en otro contexto y en otro conjunto de suposiciones. Imagina que siempre has querido ser mejor que los demás –o al menos mejor que tus amigos y conocidos- en todo. Así que haces todo lo posible por demostrarles que eres el mejor entre todos ellos jugando al fútbol. Ahora pregúntate ¿son ellos lo suficientemente buenos como para impulsarte a ser un mejor jugador?

Déjame que te replantee la pregunta de forma más sencilla. Simplemente imagina que tú eres un buen jugador, pero tus amigos y conocidos apenas saben cómo jugar. Si intentas superarlos, te quedará muy fácil hacerlo, casi no tendrás que esforzarte. Así que ahora puedes preguntarte si realmente tendrías el criterio necesario para escoger con qué personas es adecuado compararte y con cuáles no.

Tal vez te estés comparando con personas que no te impulsan a ser mejor, sino que simplemente hacen que te quede fácil mostrarles que eres mejor que ellos.

Inclusive, si fueras mejor que todo el mundo en algo, si sólo quieres ser mejor que los demás, no podrías alcanzar tu verdadero potencial, porque estás dejando que los demás te limiten, a pesar de que estés por encima de ellos. No serías “el mejor” sino simplemente “mejor que el resto”.

Una persona con verdadera confianza no se valida a sí mismo por medio de los demás. Esto es demasiado dañino para ella, pues sabe que esa comparación nunca va a ser justa. Jamás.

Cada persona tiene su propio camino, sus propias ventajas y desventajas, sus propios problemas y sus propios privilegios. Si quisieras probar que eres mejor que alguien en algo muy concreto, tendrías que tener en cuenta gran parte de su vida. Cuánto tiempo dedica a cada cosa, qué recursos tiene o no, qué capacidades o discapacidades tiene, qué dificultades ha superado o está intentando superar en su vida, etc. Existen muchos factores que debes considerar para que puedas realmente probar, más allá de toda duda razonable, que eres mejor que alguien.

Si realmente esto es lo que quieres demostrar, probablemente estés más engañado de lo que crees. Si te crees mejor que alguien en este momento, ponte a pensar si en verdad es así.

No te compares con los demás
Deja de pensar en los demás y en sus opiniones. Nunca lograrás complacerlos y nunca serás mejor o peor que ellos, porque siempre habrá alguien peor y mejor que tú. Siempre.
Como sea, si te acostumbras a compararte con los demás, poco a poco destruirás tu propia confianza, pues siempre dependerá de alguien diferente a ti. Ya no sería tuya porque ya no es independiente del resto, sino que siempre se define por cosas externas a ti.

Además, si sueles pensar cosas como “yo soy más inteligente que esa persona”, o “puedo hacer esto mejor que él o ella” o “esa persona no es tan interesante, puedo impresionarla fácilmente”, estás construyendo una imagen de valor propio que es falsa e ilusoria. Esto es muy peligroso, porque a cada rato tendrías que estar re-validando y recreando tu auto-imagen conforme las personas y las situaciones sean diferentes, y a largo plazo esto será tan agotador como demoledor para ti, a pesar de que en el momento te haga sentir bien.

Si vivieras comparándote, nunca te concentrarías en mejorar tus propias habilidades o talentos, sino que siempre te limitarías a encontrar a alguien que sea peor que tú, y eso haría que cada vez fueras más mediocre. Nunca conocerías tu verdadero potencial porque siempre proyectarías tus defectos o fortalezas en los otros, y al hacerlo, estarías perdiendo tu identidad y progresivamente dejarías que los demás te digan qué eres y qué no, para qué eres bueno y para qué no.

Poco a poco, y prácticamente sin notarlo, cedes tu auto-concepto, tu autoestima y tu auto-confianza al resto del mundo. Todo eso ya no sería tuyo, ya no tendrías control sobre nada de eso.


Una persona con verdadera confianza en sí mismo sabe que ella misma es suficiente. Las personas que tienen una auto-confianza real no pretenden probar que son más que los demás, sino que ven a todos como iguales y en lugar de criticar a los demás, los ayudan. Nadie se ha hecho grande solamente mostrando cuán pequeños eran los demás.

Lo mismo funciona para las creencias de inferioridad. Si te piensas peor que los demás, no importa cuánto te esfuerces o cuánto intentes ser mejor, siempre encontrarás alguien mejor que tú. Y eso hará que te decepciones siempre. Si intentas compararte con los demás, siempre habrá alguien que te hará quedar mal y eso te llevará a que cada vez tengas menos ganas de hacer todo lo posible para ser mejor.

No juegues en contra de los demás, no te compares para bien o para mal. Juega contra ti mismo. Ponte tú mismo tus objetivos y tus metas, no dejes que otros te limiten indirectamente. Concéntrate en mejorarte a ti mismo, en ser cada vez tu mejor versión, en alcanzar lo máximo que puedes alcanzar. Piensa en correr más rápido que lo que corrías ayer y no en correr más rápido que alguien más lento o más rápido que tú.

El cambio no se trata de adelantarse a los demás, sino en adelantarnos a nosotros mismos, en superarnos a nosotros mismos, romper nuestros propios límites y hacer que nuestro futuro sea mejor que nuestro presente.

Sin importar en qué situación te encuentres, siempre puedes salir de allí, con un poco de paciencia y mucho esfuerzo. En la siguiente oportunidad, pensaremos en positivo y te explicaré un poco las ventajas de tener una autoconfianza óptima y te mostraré algunas cosas que puedes hacer para ir fortaleciéndote en este aspecto.



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